El conjunto de comunicaciones del Rey de España a distintas instituciones y sectores de la comunidad nacional, cuyo texto se recoge en el presente volumen, que da continuidad al número 3 de la misma colección, responde a principios ya proclamados en el Primer Mensaje de la Corona, emitido con motivo del acto de la Jura y Proclamación de Don Juan Carlos I.
La Institución Monárquica presentó el 22 de noviembre, en la palabra de quien la personifica, un cuadro amplio de afirmaciones y propósitos, que posteriormente se han ido desgranando a través de nuevos Mensajes cuyo contenido hace referencia a instituciones y entidades básicas de la Monarquía: las Fuerzas Armadas, la Familia, la Región, los Altos Organismos del Estado, etc.
Para todos ellos, como para los que sean objeto de sucesivos Mensajes, el Rey ha reservado unas palabras de orientación, esclarecimiento y estímulo, pronunciadas desde perspectivas superadoras de cualquier dimensión contingente de los problemas nacionales.
Pudieran resumirse en los siguientes, los puntos más significativos de cada uno de los Mensajes pronunciados con posterioridad al inicial de la Corona:
1.° Confianza en las Fuerzas Armadas como depositarias de los más altos ideales de la Patria y salvaguardia y garantía de las Leyes Fundamentales, y esperanza, al mismo tiempo, de que su adhesión, lealtad y esfuerzo contribuirán a una España mejor y más unida.
2.° Recuerdo entrañable a la familia española de que debe atender exigencias de paz que fundamenten nuestra convivencia; de unidad en la variedad nacional como presupuesto de fortaleza, y de amor que justifique sacrificios y renuncias personales en aras de la justicia.
3.° El Rey quiere serlo de todos los pueblos que constituyen la realidad de nuestra Patria. En la tarea de paz y armonía social en que estamos ocupados, en la obra de unidad de la que vendrá nuestra fuerza, él reserva a Cataluña una contribución esencial e inapreciable, fundamentada en su tradicional espíritu de solidaridad, laboriosidad, realismo y apego a las libertades.
4.° El Rey es la voluntad nacional, voluntad no arbitraria ni mediatizada ni individualista, sino promotora de justas reformas e institucionalizada a través del Consejo del Reino. Habiendo asumido el Monarca la reforma, en su voluntad general se vale de Institución tan básica como el Consejo del Reino para que la articule y formule, pudiendo, en último término, apelar sin artificios al pueblo.
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