El Estado y las Fuerzas Armadas
Al ocupar por primera vez esta prestigiosa tribuna en el CESEDEN, surgen en mi ánimo y con pareja intensidad dos fuertes sentimientos: el de admiración por las FAS, y el de la responsabilidad que he asumido al presentarme ante vosotros.
El sentimiento de admiración es profundamente respetuoso con las virtudes enaltecedoras y consustanciales al espíritu castrense, tales como vuestro sentido del valor y del honor, vuestro amor por la Patria, vuestra disciplina y lealtad, vuestra ingente capacidad de servicio y de sacrificio y, en fin, vuestra fidelidad a los valores esenciales que constituyen la personalidad del Estado y de la Nación española.
El sentimiento de responsabilidad se encuentra en este caso agravado al pretender exponer ante tan cualificado auditorio algunas ideas sobre lo que las FAS son y representan en el Estado, con referencia específica al Estado español y en el actual momento histórico.
Soy un antiguo estudioso de las ciencias sociales y políticas, pero como militar sólo me ha cabido el honor de servir en el Ejército como oficial de complemento. Mucho tiempo ha transcurrido desde entonces, pero nunca el bastante como para borrar el sentimiento de admiración, a que acabo de referirme, por lo que me ha resultado natural, fácil y satisfactorio aplicar aquellos conocimientos científicos a mis gratos recuerdos castrenses, y articular de esta forma las relaciones entre el Estado y las Fuerzas Armadas, que es el tema central que justifica hoy mi presencia ante vosotros.
Fuerzas Armadas y Estado. Estado y Fuerzas Armadas. He aquí dos expresiones en el marco de la fenomenología política para cuya consideración conjunta el CESEDEN constituye, por lo demás, un justo y adecuado lugar de encuentro.
Porque, seguramente, de pocas realidades políticas y sociales podría afirmarse con mayor exactitud y convicción el paralelismo de sus vidas; ni trazar la analogía de su diseño arquitectónico, de su común morfología; ni, en suma, establecer un hilo discursivo comparado sobre los aspectos constitutivos que esencialmente los configuran.
Esas afinidades y analogías son detectables, obviamente, en el plano histórico, en el político y en el jurídico. Hasta el punto de que podría afirmarse, sin temor a errar, que en no poca medida la idea de Estado tiene su base física en las FAS, y la idea de FAS es consustancial y como algo muy principalmente configurador de todo Estado.
Porque, ciertamente, si nos fijamos de modo preferente en su significación político-institucional, en seguida advertiremos que lo genuino, lo sustantivo de su respectiva condición, es una misma cosa: hallarse en función de una misma teleología política. Estado y FAS son dos órdenes distintos, pero integrados, que cumplen fines paralelos, y, a veces, coincidentes. En efecto, tanto el Estado como las FAS tienen como fin primario y esencial a la Defensa nacional. Quizá la Defensa nacional sea el único fin de las FAS, mientras que en el complejo Estado contemporáneo pueden distinguirse también otros fines; pero lo cierto es que la Defensa nacional es un fin primordial del Estado, de manera que un Estado que descuide su misión de defensa corre el gran riesgo de desaparecer como ente soberano.
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