Vicepresidencia y Ministerio de la presidencia
Colección Informe Nº 26
SUMARIO

Los Reyes en Europa

2. Universidad de Estrasburgo y Consejo de Europa

PRESENTACIÓN

Recoge este volumen dos intervenciones del Rey en la ciudad de Estrasburgo. La primera en la Universidad, con motivo de su investidura como doctor honoris causa; la segunda ante la Asamblea de Parlamentarios del Consejo de Europa. En ambos casos, la presencia del Monarca español excede en significado a las actuaciones usuales de un Jefe de Estado en el ejercicio de su poder de representación en el exterior. Se trata más bien de un homenaje cordial y recíproco. El de la Universidad de Estrasburgo y el del Consejo de Europa, a quien se reconoce unánimemente como impulsor de la transición española a la democracia, y con ello del reconocimiento pleno de los derechos y libertades fundamentales. Y a su vez, el homenaje expreso del Rey español, tanto a la Universidad de Estrasburgo, y a través de ella a una ciudad «cuya pasión no es otra que la de la libertad», como al Consejo de Europa, institución que ha contribuido, muy profundamente, a la unidad europea y a la defensa de los valores consustanciales a nuestra civilización.

En la Universidad de Estrasburgo el Rey ha mencionado el papel de los cursos de su Instituto René Cassin, a los que han asistido universitarios y profesores españoles, «en el relanzamiento de la acción en favor de los derechos humanos en España». Pero esencialmente sus palabras han ido dirigidas a formular un análisis de la misión de la institución universitaria en el mundo actual. La crisis del modelo europeo de Universidad, que nace a finales del siglo XVIII, se debe más que a sus problemas técnicos, como la masificación, a un reflejo de la crisis «que en todos los órdenes de la vida sufrió nuestro mundo occidental». La impugnación y el replanteamiento de todos los valores en las sociedades contemporáneas multiplican las tareas y acrecientan la responsabilidad histórica de la Universidad. Esta es la característica más original del problema universitario actual.

Tanto el mundo occidental como la institución universitaria, dirá el Rey, viven, sin hipérbola, «una hora decisiva». En las naciones libres se asiste a una nueva concienciación de la virtualidad de los valores que como la libertad intelectual y los procedimientos democráticos les son constitutivos. La Universidad en ese horizonte esperanzador debe asumir el papel, necesario para la sociedad, de ser el ámbito natural de la crítica, la reflexión libre y el planteamiento desinteresado de los problemas sociales.

El nuevo modelo de Universidad está basado «en la creencia básica de que cada hombre ha de realizarse plenamente». Para constituir su propio porvenir el hombre necesita un equipamiento cultural, de un saber sobre su entorno. Esta es la misión última de la Universidad, y así lo vio nuestro pensador Ortega y Gasset cuando en 1930 afirmaba que era «necesario devolver a la institución universitaria su tarea central de ilustración del hombre». En definitiva, el ideal de las naciones occidentales del «hombre en una sociedad libre» es también el ideal y la convicción del mundo universitario.

El mensaje de optimismo expresado por el Rey de España sobre la esencial misión de la institución universitaria en las sociedades actuales no podía tener un marco más idóneo que la ciudad de Estrasburgo. «Una ciudad de refugio» que desde finales de la Edad Media ha rendido culto a la tolerancia y a la libertad intelectual.

La segunda intervención del Rey, ante la Asamblea de Parlamentarios del Consejo de Europa, se inicia recordando el decisivo papel de esta Asamblea en la reciente adhesión de España al Consejo de Europa. Dato concreto que no hace sino ilustrar la ejecutoria de esta institución europea, durante sus treinta años de vida, en defensa de los valores esenciales del mundo occidental y de la unidad europea. Las notas caracterizadoras de la acción del Consejo de Europa: humanismo, diversidad y universalidad, coinciden con los elementos configuradores del ser de Europa.

Y es en esta coincidencia, nada gratuita, donde se vislumbra que esta institución, la más antigua y representativa de las europeas, ha plegado acertadamente la «idea» de Europa, la empresa europea, a una realidad preexistente: a la previa identidad cultural de Europa y a la conciencia que los europeos siempre han tenido de ella.

El humanismo, idea-eje de la civilización europea, ha cristalizado en un logro tan importante como el Convenio europeo de derechos humanos; pero este sistema internacional de garantías es tan sólo una etapa. El Consejo de Europa se esfuerza incesantemente en extender la frontera de protección, incorporando los derechos económicos, sociales y culturales y ampliando las dimensiones de los ya recogidos. Como aspectos de la dedicación del Consejo de Europa a los derechos y libertades fundamentales del hombre, se mencionan expresamente en las palabras del Rey: su acción en favor de la mejora del entorno y de la calidad de vida; sus esfuerzos en favor de los trabajadores emigrantes y sus familias, y su honda preocupación por la juventud, a la que ha de corresponder la tarea de seguir haciendo Europa.

Otra de las notas que dan al proyecto o empresa europea su originalidad —como ya expresaron las Comunidades Europeas en su documento sobre la «identidad europea»— es la determinación de constituir una «unidad en la diversidad». Sin embargo, el respeto al pluralismo, a los rasgos culturales distintivos de cada nación, no es obstáculo —y de ello tiene conciencia la Asamblea de Parlamentarios del Consejo de Europa— para tratar de lograr un equilibrio entre las desiguales Europas originadas por el desarrollo económico: la Europa del Norte y la Europa del Sur, la Europa del Centro y la Europa de la periferia.

También la proyección universal es consustancial a Europa. Y en este tema el Rey ha insistido «sobre todo en un aspecto de ese diálogo global que nos es particularmente querido: me refiero a la necesidad histórica de un diálogo entre Europa y América».

Las palabras del Rey ante la Asamblea de Parlamentarios del Consejo de Europa finalizan con una doble consideración. La vocación europea de España, nación que participa en alto grado de las características analizadas como propias del ser de Europa. Y con una invocación al hombre, al ser humano individual, como punto de referencia en el proceso de la construcción europea, utilizando para ello una cita de don Miguel de Unamuno: «EI fin de la historia y de la humanidad somos los sendos hombres, cada hombre, cada individuo... y esto de que el individuo sea el fin del Universo lo sentimos muy bien nosotros los españoles

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